Pese a las
incomprensiones de la crítica, en 1887 Ramón Casas (1866 – 1932) terminaba “Picador
en la plaza”. Este óleo sobre lienzo (60 x 52) fue pintado en Sevilla durante
una visita en la que el artista se mostró deslumbrado por el ambiente que se
vivía en la Maestranza, llegando a mostrarlo con la peculiar fuerza de su
pincel en más de una obra. Además del coso sevillano, la plaza de Madrid y la
de la Barceloneta permitieron al pintor elaborar obras surgidas de los
sentimientos volcados hacia la riqueza luminosa y cultural que ofrece la
Fiesta.
Casas sentía gran placer enfrentándose
a los temas que tanto le atraían. En este caso, su pincelada genial y espontánea
introduce de forma deliberada al espectador en la plaza. Ocupando un tercio del
lienzo vemos los tendidos y gradas cubiertas de público. Los dos tercios restantes los llenan el ruedo y, en primer término, la figura de un picador cuyo caballo, a la vieja usanza, no porta el peto.
Desde su privilegiada posición, el varilarguero contempla la pelea en
varas del toro en la parte derecha. Curiosa la forma de captar la apasionada psicología colectiva.
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