jueves, 1 de octubre de 2009

Exposición: "Paquirri siempre en la memoria".

Yo pienso que no me va a tocar, pero el toro me da una voltereta, otra y otra. Tras esa tercera aprieto a correr, me tiro al callejón, el toro salta detrás, me busca y yo me escondo. Suenan unos tiros, me dicen que lo ha matado la Guardia Civil, y cuando lo arrastran las mulillas me asomo para verlo y me doy cuenta de que arrastran a otro toro, no al que me perseguía. Entonces tengo la sensación de que me sigue buscando y es ahí cuando me despierto, envuelto en sudor y angustiado…
Era un toro “hosco”, como retinto, con unos pelos muy raros… Por fortuna no he visto en ninguna corrida un toro igual porque entonces me acordaría del sueño.”
El sueño del toro que me buscaba – Francisco Rivera “Paquirri”

Estas palabras las recogía el número 366 de la revista taurina Aplausos, edición histórica que precisamente hoy cumple 25 años. En las páginas centrales, el periodista taurino José Luis Carabias relataba los pormenores del mortal percance y algunas impresiones sobre la vida del diestro, entre las que se hallaba el relato anterior.

La portada de dicha revista, como muchas otras fotos, forma parte de la muestra que, hasta el 12 de octubre, organiza la Comunidad de Madrid en la sala Antoñete de la Plaza de Toros de Las Ventas, con algunas fotos tan impactantes como esta:

Feria de Abril de 1978. Paquirri sufre un gravísimo percance por un toro de Osborne al colocar un par de banderillas en los medios. El astado flojo, al llegar al terreno del torero y, éste hacer el cambio, perdió las manos, se quedo bajo el torero y al alzarse le dio dos cornadas fortísimas, una en cada muslo. El gesto de dolor es evidente. Le atiende, entre otros, Antonio Ordoñez con un cigarrillo en los labios (Foto Arjona).

Otras tienen enlutado mensaje:

Dax (Francia), 17 de agosto de 1982. Fernando Domecq (ganadero)acompaña en la vuelta al ruedo a Nimeño II, Yiyo y Paquirri. Fatal destino el de los tres toreros, pues ninguno sobrevivió a la adversidad de la Fiesta.

Además, la exposición muestra objetos personales del torero cedidos para la ocasión: un capote de brega, un fundón de estoques, un capote de paseo y dos vestidos de torear (burdeos y celeste).

Por encima de todo queda la imagen de un diestro forjado a si mismo que también vivió las mieles del triunfo y paseó con garbo su torera imagen por los cosos del mundo. Como decía Moratín de otro gran torero, Pedro Romero...

Va ufano al espantoso desafío,
¡con cuánto señorío!
¡qué ademán varonil!
¡qué gentileza!.
Pides la venia, hispano atleta,
y sales en medio con braveza,
que llaman ya las trompas y timbales...

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