
Creó escuela con una obra heredera del impresionismo, llena de color y abarcando todos los aspectos del toreo, hasta los detalles más insignificantes. De niño fue amigo de otro gran artista taurino, Mariano Benlliure y era habitual de las tertulias de Zuloaga. Particularmente, la pintura de Domingo no solo tiene un claro acento taurino, al tiempo sabe plasmar el calor de la fiesta de toros en encierros, capeas, suertes de la lidia y diestros de fisonomía fuerte y reconocible. Paseando por la calle Goya de Madrid, casi esquina con Principe de Vergara, está la casa en la que vivió hasta su fallecimiento. Contemplando la placa en la fachada vienen a mi memoria los apuntes de José y Juan, Manolete...
Roberto Domingo.
Tercio de varas para un cartel de la Plaza de Toros de Alicante.