(La siguiente entrada está dedicada con cariño a Gloria y Marta: la palabra Torero sonó especial gracias a ellas esa mañana de Reyes).
Sus Majestades de Oriente han cumplido con lo pedido: vestirme de torero. Pues si, ahí me teneis con un terno azabache que en su día debió pertenecer a no se sabe que lidiador. No importa. Entonces alguien lo llenó de ganas, dudas, miedo... Hoy, yo lo he llenado de ilusión, de esa ilusión que está en uno desde niño. Con esa ansiedad por saber lo que pesa, y os aseguro que bastante. Con esa curiosidad por tocar los bordados, alamares y lentejuelas. Con la intriga por conocer el ritual de vestirse, aunque mi "moza de espadas" le pusiese más amor que experiencia... los dos estabamos igual. Lo cierto es que estos Magos, muy Reyes que todo lo consiguen, han revivido esa locura de niñez que siempre ha sido vestirme de luces.
¡Va por ellos!
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