El pasado domingo asistí a la novillada de Las Ventas. Del resultado artístico di cuenta en una entrada anterio
r. Lo que me llamó la atención al llegar fue que aquello que nació entre mis manos y creció mamando la grasa del grafito y la densa mezcla acrílica almagre, flanqueaba la Puerta Grande. Si las más grandes ilusiones y espectativas proporciona a los toreros atravesar ese umbral, para mi fue un regalo estar al alcance de todos los aficionados, máxime teniendo en cuenta que esta ha sido la semana de mi aniversario. Resultó que Al paso de los picadores estaba, curiosamente, al paso de la gente; que a esa ventana donde una moza y dos inquietos niños ven a un picador cabizbajo se asomaban aficionados de todo tipo, seguramente más interesados en conocer las combinaciones de la feria que otra cosa. Lo cierto es que su paleta de colores le da ese aire especial que a mi me resulata familiar... mío. Ahora que ya anda solo, pienso si con el tiempo será historia... será recuerdo o quizá no sea nada. No importa. En la vida pocos cumpleaños tienen un regalo como este.
No hay comentarios:
Publicar un comentario