El caballo, ese animal fuerte pero predominantemente miedoso pues huye por derecho en su defensa, en el rejoneo se convierte en un engaño vivo. Se doblega a los gestos de su jinete para esquivar las embestidas del toro, templando y mandando a la vez y hace del rejoneo un impagable espectáculo de camaradería entre el caballero y su cabalgadura que se percibe con mucha emoción en el tendido. Caballero y caballo, tanto monta...

El portugués Rui Fernandes a caballo
(grafito sobre papel de Luis López)
Si estoy solo en el campo,
si me miran las piedras y la grama,
si siento entre mis piernas
esa jaca torera,
que vibra solo con mi pensamiento,
con su sangre pendiente de mi alma,
dándole movilidad a mis ideas,
prestándoles su fuerza y su gracia,
¡empiezo a estar pagado!.
[...]
Hay tan solo una jaca,
una jaca castaña
que no habla,
pero que entiende
las cosas que me pasan
y torea conmigo,
de tal forma
que el placer de montarla
unido va,
al aire que respiro,
a los dolores,
a la sed,
al agua.
¡Tiene gracia,
porque todo se lo debo a un caballo!.