Reconozco ser aficionado de los que, a veces, aprende despacio y mal, con los resabios propios del toro que, en banderillas, sufre carreras en falso y capotazos peor dados. Pero la entrevista de Federico Arnás a Luis Francisco Esplá el sábado en Tendido Cero confirmó que solo los que no han pasado por la Fiesta de puntillas, los verdaderos maestros como él, son viva transmisión oral que hay que escuchar sin perder detalle.
La entrevista, centrada en el toro, no tuvo desperdicio. Entre el conocimiento y la queja, Esplá habló sin pelos en la lengua. De las preguntas y respuestas, me quedaría con las siguientes:
¿Cómo ha sido la evolución del toro en tres décadas largas?
En mis comienzos los toros eran justitos de presencia pero con movilidad. Cogían mucho pero herían menos que los de ahora. Ahora el toro no solo tiene menos movilidad, sino que ha obligado a cambiar el concepto del toreo, más lineal, pues lo primero que hay que hacer es salvar el obstáculo de casi un metro de pitón a pitón.
¿Se ha ganado en bravura?
Hoy sale el toro más bravo que nunca, aunque antes el toro se expresaba de manera más natural, con más animalidad.
[…] para mí el problema más preocupante es el peso del toro. No se puede garantizar en un espectáculo emoción y 550 kilos de peso. Eso es algo contradictorio, fruto de una afición, como la sociedad, que vive de la apariencia.
¿Ser aficionado declarado torerista es como ver la corrida con un ojo tapado?
Por supuesto, si no vivimos el espectáculo como un conjunto, no entenderemos que el torero nos hace participes del cosmos del toro invirtiendo la voluntad destructiva del animal en un proceso artístico.
¿Hemos pasado de la manipulación quitando punta al toro para pasar a sacársela?
(Ríe) ¡Bueno, bueno!, sacarle punta se ha convertido en la acción más aplaudida de este nuevo concepto del toreo. Es algo indecente: en Madrid los toros rompen los capotes sin engancharlos, ¡como navajas!.
[…] no sé qué les hacen a los animales, pero he notado que en encastes que jamás hacían cosas raras con la vista, ahora si: toros que se cruzan, que se cambian de lado, que se meten debajo… algo está pasando.
¿Por el comportamiento del toro, sabes si en la ganadería le ponen fundas?
Claro, es un toro “manejado por arriba”, acostumbrado a defenderse “por arriba”, que llevará la cara alta.
Finalmente, ¿el toro “de cinco” y el torero “de veinticinco”?
Hoy hay una cierta precocidad que hace pensar que a partir de los cuatros años el toro entra en declive. Tiene poco sentido el toro de cinco años.
Lo dicho, sin desperdicio. Gracias maestro.
La entrevista, centrada en el toro, no tuvo desperdicio. Entre el conocimiento y la queja, Esplá habló sin pelos en la lengua. De las preguntas y respuestas, me quedaría con las siguientes:
¿Cómo ha sido la evolución del toro en tres décadas largas?
En mis comienzos los toros eran justitos de presencia pero con movilidad. Cogían mucho pero herían menos que los de ahora. Ahora el toro no solo tiene menos movilidad, sino que ha obligado a cambiar el concepto del toreo, más lineal, pues lo primero que hay que hacer es salvar el obstáculo de casi un metro de pitón a pitón.
¿Se ha ganado en bravura?
Hoy sale el toro más bravo que nunca, aunque antes el toro se expresaba de manera más natural, con más animalidad.
[…] para mí el problema más preocupante es el peso del toro. No se puede garantizar en un espectáculo emoción y 550 kilos de peso. Eso es algo contradictorio, fruto de una afición, como la sociedad, que vive de la apariencia.
¿Ser aficionado declarado torerista es como ver la corrida con un ojo tapado?
Por supuesto, si no vivimos el espectáculo como un conjunto, no entenderemos que el torero nos hace participes del cosmos del toro invirtiendo la voluntad destructiva del animal en un proceso artístico.
¿Hemos pasado de la manipulación quitando punta al toro para pasar a sacársela?
(Ríe) ¡Bueno, bueno!, sacarle punta se ha convertido en la acción más aplaudida de este nuevo concepto del toreo. Es algo indecente: en Madrid los toros rompen los capotes sin engancharlos, ¡como navajas!.
[…] no sé qué les hacen a los animales, pero he notado que en encastes que jamás hacían cosas raras con la vista, ahora si: toros que se cruzan, que se cambian de lado, que se meten debajo… algo está pasando.
¿Por el comportamiento del toro, sabes si en la ganadería le ponen fundas?
Claro, es un toro “manejado por arriba”, acostumbrado a defenderse “por arriba”, que llevará la cara alta.
Finalmente, ¿el toro “de cinco” y el torero “de veinticinco”?
Hoy hay una cierta precocidad que hace pensar que a partir de los cuatros años el toro entra en declive. Tiene poco sentido el toro de cinco años.
Lo dicho, sin desperdicio. Gracias maestro.
Arriba: Esplá visto por Luis López
(acrílico y ceras sobre papel)
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