Esta pareja de pintores, Gilmar Solís y Jeny Asencio, de la “perla de los Andes”, Tarma (Perú), tienen su fuente de inspiración en el retrato, los motivos costumbristas y, como no, la Tauromaquia.
Gilmar me cuenta en un extenso correo lo importante que es su mujer en su trabajo con estas palabras: “me fue dado un ángel que inspirara mi arte, que proveyera fuerza para seguir con ese don divino…”. Y así, este artista peruano ha dado continuidad, con renovado impulso, a una afición que inició a temprana edad jugando a ser torero y dibujando. Su primer concurso lo gana pintando al matador peruano Rafael Puga, aquel que logró el Escapulario de Oro en 1973. Y en adelante, su espíritu autodidacta ahormó sus libres formas con estudios en la Escuela de Bellas Artes de Perú. Tras una larga trayectoria, durante el pasado año se decide, junto a su esposa, a pintar con acrílico sobre tela de pana negra, obteniendo el importante reconocimiento de los profesionales taurinos de su país y dando a sus obras un sello personal. A los elogios, responden que “en el arte nosotros interpretamos la realidad, viviendo el papel, en este caso, del torero”.
Gilmar me cuenta en un extenso correo lo importante que es su mujer en su trabajo con estas palabras: “me fue dado un ángel que inspirara mi arte, que proveyera fuerza para seguir con ese don divino…”. Y así, este artista peruano ha dado continuidad, con renovado impulso, a una afición que inició a temprana edad jugando a ser torero y dibujando. Su primer concurso lo gana pintando al matador peruano Rafael Puga, aquel que logró el Escapulario de Oro en 1973. Y en adelante, su espíritu autodidacta ahormó sus libres formas con estudios en la Escuela de Bellas Artes de Perú. Tras una larga trayectoria, durante el pasado año se decide, junto a su esposa, a pintar con acrílico sobre tela de pana negra, obteniendo el importante reconocimiento de los profesionales taurinos de su país y dando a sus obras un sello personal. A los elogios, responden que “en el arte nosotros interpretamos la realidad, viviendo el papel, en este caso, del torero”.
Reconocidos por sus numerosas muestras individuales y colectivas, además de por diestros como Ponce o José Tomás, me cuentan que hace poco han expuesto en los pasadizos de la bicentenaria plaza de Acho.
Desde hoy tenéis también, como no, un hueco entre nosotros. Suerte, amigos.
Arriba, una de las obras de Gilmar Solís.
Centro, Gilmar trabajando sobre pana negra
para terminar este sentido acrílico (abajo, dcha.)
de José Tomás.
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