28 de septiembre de 1924. Sevilla. En el centro del ruedo
Litri y Chicuelo. Valentía y orfebre. La alternativa de aquel novillero que
llevaba el escalofrío en el vuelo del capote. Aquel cultivador del “parón”, que
aguantaba inconmovible la trayectoria del toro. Aquel matador que llegó a ser
comparado con el Niño de la Palma. Aquel al que un toro, sin llegar a cumplirse
dos años de este doctorado, le corneó de muerte en Málaga. “Extremeño” de
nombre tenía el bicho cuyos puñales apenas le dejaron con vida siete días.
Litri y Chicuelo. ¡Una instantánea plena de luz y sabor antes
de la tempestad!
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