El pasado domingo Madrid volvió a la rutina taurina con una corrida de toros de pobre resultado. A la vuelta en el autobús un señor detrás de mi afirmaba "en la Feria ni fulano ni mengano. El que mejor ha toreado, el "Pereda" (por Miguel Ángel Perera, se entiende). ¡Si es que aquí le queremos mucho!". Y es cierto que el diestro de Puebla de Prior (Badajoz) obtuvo la tarde del 6 de junio tras el ciclón tomasista el premio al esfuerzo y a la calidad que venía demostrando en el coso venteño desde el inicio de la temporada. La faena al quinto de Núñez del Cuvillo no tuvo nada que envidiar a las de José Tomás: limpia y honda llevando al toro atado al vuelo de una muleta que Perera arrastra con largura y profundidad como pocos. El toro era deslucido por el pitón izquierdo y por eso basó la faena en la mano derecha, trasteo que cerró con unas bernardinas de pies aplomados y figura inmóvil. La estocada tras la cual el toro tardó en rodar dio paso a la unánime petición de dos orejas que le abrieron la Puerta Grande.
De él es innegable su profesionalidad. Si algo admiro en un personaje público y un torero en particular es la sensación de honradez que transmite. Y Perera lo consigue. El pasado 20 de junio sustituyó a José Tomás aun convaleciente en Alicante. Cortó tres orejas pero terminó en la enfermería con una seria cornada envainada. Mejor de la herida, en 48 horas toreaba en su tierra y el 23 repetía en la Feria de Hogueras alicantina. Estamos hablando del mejor torero de su generación. ¡Felicidades, figura!.
Aguatinta que resume la mejor actuación de Miguel Ángel Perera en Las Ventas el 6 de junio (obra del autor).
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