lunes, 30 de agosto de 2010

Soñando que duermes.

Cuando la tarde del 31 de agosto de 1.985 “El Soro” era prendido dramáticamente al entrar a matar en San Sebastian de los Reyes, muchos pensamos que la muerte impaciente y colérica, tras martillar su reloj de arena, había decidido desgajar irreversiblemente el cartel maldito de Pozoblanco.
Por fortuna no fue así.
Entre tanto, la calurosa y dramática tarde se hundía en el abismo cuando, al borde de la fosa, los familiares de José Cubero “Yiyo” abrían por última vez su ataúd para despedirse del torero vestido de burdeos y azabache.

¿Tanta prisa tenías por llevártelo…? No hubo más plazo.

Hoy hace 25 años que la vida de uno de los diestros más puros se apagó por una certera cornada. Su espíritu escapó con desmayo por sus brazos y piernas sujetas por aquellos que volaban, en inútil carrera, a la enfermería de la plaza de Colmenar. Antes, el torero había hecho no solo lo mejor de la tarde, sino de su tauromaquia. Confiado y seguro como de costumbre, jugó con ambas manos en series ceñidas y largas de naturales y pases de pecho, muy ajustado al astado. Tan solo la pérdida de gas del toro de Marcos Núñez hizo que el diestro tomase la espada de matar por última vez. De nada sirvió que hundiera el estoque hasta la empuñadura. Burlero, herido de muerte y verdugo, fue fulminante y certero. Gestos y clamores en los tendidos que enmudecían en los oídos del diestro que ya solo atendía a la última llamada, esa que con acierto describió Bergamín

Me dormí, y en mi sueño
oí una voz llamándome.
Una voz larga y triste,
apenas susurrante,
como un sollozo roto
en los dedos del aire.
Una voz melodiosa
que no oyó nunca nadie;
que cuando más se acerca,
más parece alejarse...
.
"En el mapa de los sueños sólo es posible la faena perfecta" (grafito sobre papel de Luis López).

A estas líneas en recuerdo del más ilusionante de los toreros de ese momento, se unen la letra y la épica de Fernando Ramos, poeta y amigo. Palabras cargadas de emoción y duelo que relatan soberbiamente aquel tormentoso final:

Está llegando la hora,
la plaza expectante espera,
el público se enamora,
del torero y de su entrega.

Es el sexto de la tarde,
y el maestro con su arte,
lidia al toro con alarde,
con valentía y coraje.

Llega la suerte final,
la estocada ha sido buena,
el astado se envenena,
dando muerte a quien la entrega.

Sangre, arena, sombra y luz.
Diestro de gran elegancia.
"Burlero" lleva tu cruz.
Maliciosa circunstancia.

Matador privilegiado,
de valor y vocación,
por nosotros aclamado,
con pasión y admiración.
Desde aquí te recordamos,
con calor y corazón.
Fernando Ramos - "Muerte en la arena".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fenomenalmente descrito las horas que vivimos muchos taurinos... es la transmisión oral de siempre llevada con pasión y sensibilidad. ¡que tomen nota los que no han hecho exposición del Yiyo esta vez! sera porque no hay "paquirrines" mediaticos que la visiten.

El dibujo quita el aliento. te felicito
- Javi -

Tercio de Pinceles dijo...

Estimado Javi,

Bienvenido a Tercio de Pinceles y gracias por tu comentario.

Viví joven la muerte de "Yiyo" en un momento en el que mi sentimiento era torero. Simplemente me he permitido plasmar una pequeña parte de las sensaciones que me conmovieron.

Del mismo modo, Fernando Ramos se ha hecho cómplice de esa pasión con un poema precioso.

Un saludo,

Luis