Para alguien que lleva poco en esto de la pintura taurina, vamos, en serio, ir conociendo a artistas a los que sigues siempre es muy grato. Tal es el caso de Pedro Escacena que ha tenido el detalle de enviarme por correo electrónico las dos obras que comparto con todos vosotros.
La primera es una alegoría a la Macarena en la que Joselito hace acto de presencia en sevillanísima pose erguido sobre las puntas. La obra es un merecido homenaje al máximo exponente (junto con Belmonte) de la edad de oro de la tauromaquia. Dicen de él que fue torero a la antigua, de numerosos recursos y poderoso con todos los toros. Tan poderoso que su muerte en las astas de Bailaor en mayo de 1920 sorprendió a todos:" - Joselito . muerto . cornada . vientre... - Ignacio - " informaba en un escueto y conmovedor telegrama Ignacio Sánchez Mejías, cuñado suyo y compañero de cartel aquella tarde. Hasta en su muerte quiso ser imitado: Belmonte la esquivó en la plaza; Sánchez Mejías la hallaría 14 años más tarde.
El segundo cuadro homenajea al matador ya retirado José Mari Manzanares. Me cuenta Pedro que el original lo tiene el diestro alicantino, un dato más. Torero de personalísima estética, temple y buen gusto en la lidia que tuvo en La Maestranza sevillana su madre adoptiva. Aun permanece en el recuerdo la tarde de su retirada en la que, tras una actuación gris, pidió a su hijo, este víctima de un irrefrenable llanto, que le cortara la coleta. Después, el homenaje de la profesión: a hombros de los toreros y sin cortar orejas salió por la Puerta del Príncipe. Litri, Barrera, Ponce, Rivera... todos con él, hasta unos emocionados Padilla y Morante echaron abajo la doble puerta para que el maestro tuviera el homenaje que merecía.
Gracias pintor... artista y maestro.
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