El pasado martes se hizo público el cartel de la III Corrida Picassiana de Málaga. En esta ocasión, ha correspondido al pintor malagueño José Rando Soto la preparación del mismo. En él podemos observar una escena en la que la barrera divide dos ambientes con un subalterno destacado. Al otro lado y vestido de azabache, otro vigila atentamente a un toro del que al fondo apenas se adivina su encornadura, brocho de astas bajas.
El autor es un habitual del ambiente artístico malagueño pues ha diseñado desde etiquetas de vino de la región a numerosas escenas religiosas para el patrimonio cofrade malagueño, pasando por el cartel oficial de la Semana Santa en Málaga del pasado año.
Coincidiendo con García Campos que afirmaba que la pintura taurina debe tener movimiento, luz y color, personalmente esta obra me gusta pues cumple las dos últimas de esas máximas. La escena es estática, no atiende a ese clásico “pase de cartel”, pero da a entender un dialogo entre los banderilleros y el toro. El espectador se siente seguro tras la barrera, pero percibe las dificultades del astado que está al otro lado. Una pausa intimista durante la vibrante lucha en la arena.
El autor es un habitual del ambiente artístico malagueño pues ha diseñado desde etiquetas de vino de la región a numerosas escenas religiosas para el patrimonio cofrade malagueño, pasando por el cartel oficial de la Semana Santa en Málaga del pasado año.
Coincidiendo con García Campos que afirmaba que la pintura taurina debe tener movimiento, luz y color, personalmente esta obra me gusta pues cumple las dos últimas de esas máximas. La escena es estática, no atiende a ese clásico “pase de cartel”, pero da a entender un dialogo entre los banderilleros y el toro. El espectador se siente seguro tras la barrera, pero percibe las dificultades del astado que está al otro lado. Una pausa intimista durante la vibrante lucha en la arena.
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