La entrada de la que os dejo la introducción, pertenece a la Bitácora de un corredor de encierros y en ella su web-master, Lagun, se aferra a las tradiciones populares más arraigadas en nuestra cultura para justificar el juego del hombre con el toro. En ella cuenta con el apoyo de Dª Beatriz Badorrey (profesora de Historia del Derecho) y D. Rafael Cabrera (presidente de la Unión de Bibliófilos Taurinos) en el texto y un servidor en el dibujo.
Felicidades colega por el trabajo y espero que sea del agrado de todos.
"Recorte del misacantano", tinta sobre papel de Luis López.
Introducción:
Hay que convenir con Francisco J. Flores Arroyuelo (“Correr los toros en España – Del monte a la plaza”) en que la afición del hombre por medirse ante el toro es muy antigua, y que debe traer causa del traslado hasta el poblado que el hombre prehistórico debía realizar con los uros que cazaba vivos en el campo, para lo que se servía, entre otros elementos, de maromas para poder conducirlos al recinto en el que serían encerrados, sin que en aquellas acciones, lógicamente, faltasen carreras, desplantes, así como sustos, golpes y hasta cogidas. Por ello, esa primitiva forma de conducir los toros hay que considerarla como fuente de inspiración de la que es una de las más antiguas modalidades de festejo taurino popular: el toro ensogado.
Y también cabe adelantar que, en España, la afición por los festejos taurinos fue siempre propia de hombres de toda clase y condición: desde gentes del pueblo llano hasta dignatarios de la más alta jerarquía del estado, pasando por representantes de la aristocracia y, como veremos en este texto, personalidades con una ilustre titulación académica y miembros de la Iglesia.
Tan arraigada es desde antaño nuestra costumbre de correr toros que, ya en el Medievo, no precisábamos de la programación de un acto específico para ello. Bastaba el mero traslado al matadero de un toro sujeto con una maroma para que en torno al astado se arremolinasen los viandantes y que algunos practicasen desplantes y suertes. Así queda recogido, por ejemplo, en el Fuero de Madrid de 1202. No obstante, lo más común era que para correr toros se programaran festejos concretos, que solían tener como fin agasajar a visitantes ilustres, conmemorar fechas señaladas y, entre otros motivos, celebrar rituales, festividades civiles y religiosas o acontecimientos sociales como nacimientos, bodas... Así, se puede decir que los juegos de toros solían asociarse con acontecimientos festivos y felices. Como ocurría en los dos casos que aquí nos van a ocupar: la celebración de la primera Misa por un sacerdote y la obtención del grado de Doctor por un universitario.
(sigue en Bitácora de un corredor de encierros)
4 comentarios:
Luis:
Tengo que decirte que he pinchado varias veces en esta entrada como si estuviera extrañamente atraido por este dibujo. Me gusta muchísimo y creo que segiré atendiendo a su llamada mientras lo vea en mi lista de enlaces. Y no me preguntes por qué. En otras ocasiones te lo podría explicar, pero en esta no; y el toro no parece dibujado, es muy extraño.
Un saludo
Querido Enrique,
intrigado me dejas con tu comentario.
Gracias por la parte que me toca. El magnetismo que tenga esa "tinta", ese toro por completo esbozado a lápiz para terminar en fantástica escala de grises, se lo dejo al duende que, dibujando, por allí pasó.
Un abrazo,
Luis
Hola Luis:
En nombre de todos los que mantenemos en la red un espacio taurino, y en el mío propio, quiero darte las gracias por las palabras que aquí nos dedicas a todos. Y, por supuesto, cuando hablas de calidad en el fondo y en la forma, tu blog y tus dibujos quedan incluidos en esa apreciación.
Gracias por tu colaboración y enhorabuena por tu dibujo sobre la tradición del misacantano. ¡Sembrado de arte has estado!
Un abrazo.
Querido Lagun,
mi saludo lleno de gratitud por el trabajo bien hecho por ambas partes. Es, con todos mis respetos por la profesión, como compartir un tercio de quites y que la plaza se ponga “boca abajo” con los dos… Y que me perdonen los profesionales, pero si no me sale la vena más torera no me quedo a gusto.
Que no decaiga esa labor entre la información y la investigación. Demostremos que, más allá de la cultura, los toros son una tradición muy nuestra. Seguiremos tus entradas.
Un abrazo,
Luis
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